La afirmación resulta alarmante, pero la realidad es que es cierta y queremos explicarte el por qué. 

Nuestro cerebro está formado por diferentes núcleos nerviosos que responden a los estímulos específicos y naturales tanto del medio externo como interno. Esto ayuda a procesar la información a nuestro cerebro y la utiliza para elaborar una respuesta ante ellos.  

En este artículo nos queremos centrar en qué ocurre en nuestro cerebro cuando apuestas y cómo el juego puede pasar de ser una forma recreativa a una acción compulsiva, conllevando el riesgo de convertirse en una forma de juego patológico o ludopatía. 

Para poder entender realmente qué ocurre, en necesario tener una base anatómica y fisiológica breve de las estructuras que forman nuestro cerebro y de su funcionamiento. 

Por ello, vamos a intentar sintetizar la información y exponerla de la forma más clara posible…

Las estructuras que participan en el proceso de adicción al juego de apuestas son principalmente dos: Sistema Límbico y Córtex Prefrontal. 

El sistema límbico forma parte de nuestro cerebro más primitivo, está compuesto por estructuras como la amígdala, encargada de la regulación de las emociones primarias (ira, alegría, tristeza, miedo…) y el hipocampo, estructura compleja e importantísima que interviene, entre otras cosas, en nuestro sistema motivacional. 

Por otra parte, el córtex prefontal región del cerebro que se localiza en la parte anterior de los lóbulos frontales; junto con las áreas motoras. Esta región cerebral interviene en la toma de decisiones y en nuestra capacidad de planificación; además, es un región del cerebro en la que se desarrolla la percepción del riesgo y que no suele estar completamente desarrollada y madurada hasta llegar a la edad adulta, dato de interés, ya que esto nos lleva a la conclusión de que adolescente o adultos emergentes son personas más vulnerables a tomar decisiones sin ser realmente conscientes de las consecuencias que estas tienen.

ENTONCES, ¿QUÉ PAPEL TIENEN ESTAS ÁREAS EN LA ADICCIÓN AL JUEGO?

Nuestro cerebro tiende a un equilibrio denominado homeostasis, concretamente, en el cerebro a esta regulación de sustancias y hormonas que rigen nuestro sistema nervioso se le denomina circuito o sistema de recompensa. El sistema de recompensa está mediado por sustancias y neurotransmisores encargadas de enseñar a nuestro cerebro qué conductas o estímulos nos generan bienestar y placer o, por el contrario, nos crean malestar o nos desagradan. Esta es la razón por la que este sistema juega un papel importantísimo en cualquier adicción.  

El cuerpo humano tiende a una homeostasis, un equilibrio que puede ir cambiando a lo largo de nuestra vida y construyendo nuevos equilibrios, con las diferencias de concentraciones de sustancias y neurotransmisores que se han ido creando. Una vez se produce un cambio en este equilibrio, ya no podemos volver a recuperar el equilibrio inicial, sino que se crea uno nuevo; este proceso suele ser normativo, el problema aparece cuando la alteración de este equilibrio y la nueva estabilidad están mediadas por el consumo abusivo de sustancias o por la realización de conductas repetitivas y compulsivas; ya que el nuevo equilibrio se formará de manera desadaptativa para nuestro cerebro y producirá alteraciones en las áreas anteriormente nombradas. 

El elemento clave de las alteraciones en el sistema de recompensa es el famoso neurotransmisor llamado dopamina

La dopamina envía la información de placer, entusiasmo, euforia a nuestro cerebro y es la responsable de que repitamos estas conductas que nos hacen sentir tan bien; o por el contrario, extinguir las que nos crean malestar. 

Este neurotransmisor se segrega de forma natural en nuestro cerebro, y conductas como meditar, escuchar música, comer o dormir pueden ayudarnos a elevar sus niveles en el cerebro. El problema está, cuando nuestro cerebro ‘aprende’ a segregar la dopamina condicionado a una conducta que no es evolutiva, sino recreativa, como jugar o consumir sustancias. 

En otras palabras, nuestro cerebro asocia la liberación de dopamina con la conducta de jugar y apostar, calificándola como placentera y eligiendo volver a repetirla; debido a que en ocasiones, es reforzada por premios o calificaciones que ayudan a la sensación de bienestar de nuestro cerebro.  Tan fuerte es esta asociación, que el cerebro aprende a segregan dopamina incluso cuando no obtenemos premio pero estamos cerca, paradoja que sale rentable a las casas de apuestas. 

Este cambio/aprendizaje en el funcionamiento de nuestro cerebro es lo que en psicología conocemos como condicionamiento operante;  nuestro cerebro condiciona la conducta de apostar como placentera, aumentando así la probabilidad de volver a realizarla, debido a que es reformada por premios y ganancias. Este círculo es lo que nos crea dependencia a la conducta de apostar y por consiguiente, aumentará también el nivel de tolerancia, pues cada vez necesitará realizar durante más tiempo y con más frecuencia. 

NUESTRO CEREBRO TAMBIÉN APRENDE

En el caso del juego, nuestro cerebro asocia la conducta de apostar o jugar con un premio, un ganancia;  esto nos satisface y crea bienestar en nuestro cerebro, por lo tanto, éste lo aprende y propiciará la repetición de la conducta. 

Como ya hemos dicho, que nuestro cerebro recupere su equilibrio inicial es improbable; aún así, tu cerebro seguirá tendiendo a un equilibrio;  creado por diferentes concentraciones en las sustancias y neurotransmisores (dopamina). 

Como sabemos también, este cambio en el sistema de recompensa  altera el funcionamiento de la amígdala y el hipocampo, lo cual,  acaba desembocando normalmente en problemas de regulación emocional, problemas de motivación como pueden ser el síndrome amotivacional y la tendencia a no percibir el riego de forma adecuada, conllevando a tomar decisiones, en ocasiones, equivocadas y perjudiciales. 

El condicionamiento de estas conductas abusivas a la sensación de placer o bienestar en nuestro cerebro crea una dependencia hacia esta, ya que nuestro cerebro de forma natural no puede conseguir la nueva cantidad de dopamina que el nuevo equilibrio le reclama, esto crea un hábito y una necesidad, que en ocasiones, puede interferir en nuestro día a día, haciéndonos perder tiempo, dinero y esfuerzo y formando un patrón de conducta dependiente  en nuestro cerebro, por lo que las probabilidades de que tengamos dependencia a otras sustancias y otros comportamientos compulsivos es mayor. Concretamente, la conducta del juego, está muy relacionada con un concepto denominado poliadicción; debido a que suele ir acompañado del consumo de alcohol, tabaco y otras drogas.  

Esta dependencia, va unida a la tolerancia. Al principio tu cerebro solo necesitará un apuesta para sentir bienestar, pero cuantas más veces repitas esa conducta, más necesitará tu cerebro; al principio con una apuesta conseguirás el máximo nivel de satisfacción pero cuando tu cerebro esté acostumbrado a esa “dosis”, necesitará más para conseguir el mismo efecto de placer.

Empezarás apostando una vez a la semana por tu equipo de fútbol favorito y sin darte cuenta, acabarás apostando diariamente en deportes que posiblemente antes ni conocías. 

«ESTE NO ES MI CASO, LO TENGO CONTROLADO»

Nuestro cerebro aprende mucho más rápido de lo que pensamos, hasta tal punto, que en ocasiones se puede convertir en nuestro peor enemigo.

Debido a que nuestro córtex prefrontal está alterado, también se ve alterada su percepción de la realidad, la percepción del riesgo y la toma de decisiones. Por este motivo, nuestra realidad está sesgada y estamos expuestos a creernos falacias como “la máquina está caliente”; “llevo muchas pérdidas, el premio está cerca” y demás autoconvicciones que nuestro cerebro utiliza para seguir perpetuando la conducta.  

Esta forma tan ‘astuta y traicionera’ que tiene nuestro cerebro para  manipularnos requiere un gran esfuerzo voluntario por nuestra parte, de manera consciente y racional, para frenarlo y  reconocer que está actuando nuestro sistema más primitivo, y que hemos evolucionado como especie, no limitándonos a funcionar con asociaciones simples de condicionamiento que son más propias de cerebros animales. 

Sólo de esta forma, podemos poner voluntad en ignorar y reconocer estos ejemplos de falacias y autoengaños que pueden embaucarnos en una distorsión de la realidad que nos haga perder el control sobre nuestro cuerpo y nuestra vida.   

Tenemos la suerte de disponer de numerosa información para ganarle el pulso a nuestra parte más primitiva o animal, con estrategias como la razón y el lenguaje, características que nos diferencian del resto de especies.   

Si te interesa el tema, buscas asesoramiento técnico sobre adicciones, ayuda o asesoramiento; nos parece relevante recordar que en el Ayuntamiento de Valencia contamos con un gran equipo de especialistas en el campo con gran experiencia que están a tu disposición. 

Aprende a conocer tu cerebro para saber cómo manejarlo, no olvides que es la herramienta más útil de que disponemos. 

Es importante resaltar, una vez más, que las casas de apuestas y los juegos de apuestas en general son un gran factor de riesgo para los menores y adultos emergentes, porque se encuentran en el periodo de desarrollo de la corteza cerebral.

Resultan de vital importancia actuaciones preventivas eficaces que conlleven la estimulación del pensamiento crítico, para dotar a la persona de recursos, que tenga en cuenta las consecuencias de sus decisiones y sea menos vulnerable a agentes externos.