”NO ES OCIO, SINO UN NEGOCIO”

Como ya venimos hablando, el tener incorporado en nuestra vida diaria el hábito de acudir a casas de apuestas o realizarlas de manera online tienen un gran perjuicio para nuestra salud. Resumimos los diferentes factores de riesgo que se asocian con la adicción al juego.

En los últimos años, en España ha proliferado este tipo de establecimiento así como las páginas web que ofrecen ganar dinero de forma fácil y atractiva, patrocinadas por grandes deportistas y personajes reconocidos que también se nutren de este negocio.

El método es simple; la banca siempre gana; o bien por el porcentaje que retiene al ganador o por lo que se queda de los que tienen pérdidas. 

El fácil acceso y facilidades que estas ofrecen son el gancho perfecto para toda aquella persona que busque emoción, riesgo y una rápida respuesta a sus acciones. Ofrecen diversas formas de apostar, sobre todo a nivel deportivo ya que estaríamos hablando de que se puede apostar a cualquier deporte.

En el mundo de la adicción al juego parece que el término ludopatía es tabú, debido a la carga emocional que el juego conlleva a los jugadores les es difícil darse cuenta de que “están enganchados”.

Es importante mencionar cómo el autocontrol para saber cuándo dejar de jugar es determinante en el proceso de adicción. Las apuestas no son un juego, puedes perderlo todo. 

“EL GANCHO”

Por otra parte, existen diversas webs que permiten realizar de manera ficticia estos “juegos de apuestas” . La realidad es que a pesar de que el juego de azar está prohibido en España para los menores de edad, a nivel virtual no existe ningún tipo de regulación real. Muchos menores aprenden a jugar de manera simulada en estos tipos de web, sin embargo la expectativa de juego que crean se alejan de la realidad; debido a que no es necesario jugar con dinero de verdad y no sufren las pérdidas de forma real; por lo que solo se nutren de los aspectos positivos de la conducta de apostar. Aprenden y perpetúan un conducta dirigida hacia el juego. La existencia de los sitios web mencionados es uno de los factores de riesgo más alarmantes debido a que estas redes no tienen ningún tipo de advertencia ni legislación.

Se reconocen como motivaciones para jugar el placer y satisfacción que nos produce, la oportunidad de escape de la realidad (o del control parental), el anonimato en una realidad virtual, el aburrimiento, la voluntad de reducir la ansiedad (si se sufre estrés familiar), el reclamo sexual, las luces, los colores del slogan y el formato de juego, el sonido…

Normalmente se asocia a un estilo parental permisivo, poco cariñoso y atencional hacia el niño. 

El impacto y el papel que la publicidad y el marketing ha tenido sobre las casas de apuestas, se ha puesto en manifiesto mediante un aceptación social y una normalización de estas. Además, en la era de los smartphones es extremadamente fácil tener acceso a cualquier web de juego y se vuelve relevante el papel de las redes sociales y demás aplicaciones que publicitan estas empresas y negocios que lo bombardean por cada click. 

Todo este contexto genera un estereotipo de jugador con características como el ser una persona popular, amante del riesgo y con dotes de liderazgo.   

“A TENER EN CUENTA”

Todos estos se consideran diferentes factores de riesgo para el que el juego pueda volverse un problema grave o una patología. 

Entre ellos, la necesidad de evadirse o huir de la realidad es el más frecuente. 

El fácil acceso también consolida y facilita el llevar a cabo una conducta que nos gusta, que nos hace sentir placer, en este caso, el juego tiene un papel estimulante como herramienta para llegar a un estado de euforia. 

La tendencia que algunas personas sienten por correr riesgos se considera un factor de riesgo que solo estas poseen; sin embargo, no se ha encontrado ninguna vinculación entre la personalidad y la conducta del juego. Aún así, una baja autoestima sí que puede ser la causa del problema.  

También influyen variables sociales como nuestra cultura, círculo de amigos y familiares, la sociedad… 

La influencia de nuestros padres es muy importante, si nuestros padres juegan; podemos adoptar conductas por modelaje. 

La edad temprana de inicio en el juego (10-11 años) pone de manifiesto un incremento de la posibilidad de que ese niño acabe siendo un jugador habitual.   

También la percepción de apoyo familiar se considera una variable influyente, propiciando que aquellas personas que no se sientan identificadas o bien integradas en sus familias se refugien en el juego. 

La relación con sus iguales, sobre todo en la adolescencia, puede convertirse en un factor de riesgo debido a la aceptación social y el valor que se les da a estas prácticas en redes sociales. La presión social o de grupo puede incitar a un juego más compulsivo.  

Para terminar, el poco tiempo que existe entre la apuesta y el resultado, en ocasiones la ganancia, fortalece el condicionamiento de la conducta, pues la demora en la mayoría de ocasiones es muy breve haciendo que exista una alta contingencia entre la conducta del juego y la consecuencia positiva que la refuerza (en este caso la recogida del premio). 

Todos los factores anteriormente nombrados pueden ser determinantes en el cambio de actitud hacia el juego responsable a una patológica. 

En resumen, se podrían consideran como principales factores de riesgo:

           – Edad de inicio

           – Entorno familiar

           – Influencia de la publicidad

           – Consumo de otras sustancias

           -Socialización entre iguales   

“EL PRONÓSTICO” 

Por último, nos gustaría mencionar el papel determinante que juega la información sobre el deporte/juego en el que estamos participando. 

Cuanta más información poseemos del juego, mayor es la percepción del control sobre este. Por ello aparecen sesgos cognitivos como el denominado ‘sesgo de experto’; caracterizado por la creencia del jugador de que tiene el control del juego y se cerciora y solo ve las ganancias.

De esta manera, aparece una sobrevaloración sobre el conocimiento que él mismo posee; dejando al lado los aspectos negativos y sólo centrándose en el placer y la recompensa de la conducta.  

Existen personas que se dedican de manera profesional a pronosticar o adivinar cuáles son las apuestas ganadoras; se consideran jugadores expertos y con toda la información necesaria, por lo que apoyan estos sesgos. 

Estas personas son categorizadas por el nombre de tipsters y predominan en el ámbito de las apuestas deportivas. Puede ofrecer sus servicios de forma gratuita o de pago. 

Muchos de ellos están contratados o colaboran con las propias casas de apuestas y en ocasiones realizan la tarea de atraer a “blancos” fáciles y sugestionables.  

Su finalidad es mostrar los fácil y rápido que es ganar la apuesta y con ella el dinero que conlleva, creando a su vez falsas expectativas del juego real y eliminando todo tipo de precauciones y medidas de prevención ante el riesgo.   

En contraposición a los tipsters, también existen estrategias por parte de la casa de apuestas para incitar el juego al azar puro que no requiere información previa para poder jugar. Estas prácticas suelen ser apuestas a tiempo real, donde puedes apostar al mismo tiempo que se está jugando a un partida, partido, campeonato, carrera, etc. Suelen ser prácticas de fácil “enganche” porque el tiempo de latencia es mucho menor a la de una apuesta normal; por lo que el condicionamiento es más potente.